23.5.12

Una imagen de pergamino.


El ojo a esgrima creciente nace del propio pensar descontrolado bajo la autoría del no conforme. Ocupo este cupo de adversidades desiguales que entretiene mi rumbo sin ida, mi vida sin rumbo, confirmando que si fui nunca volveré a ser, que si vi nunca volveré a creer, que si no aprendí nunca volveré a crecer.


Crecer, tanto en lo físico; que disconformidad, que fatiga la de razonar ¿qué murmullo he de callar? ¿qué mentira he de contar? como describiéndote siempre, dibujándote constantemente, dialogando como libro, sintiéndote en un sonido a obscuras, encerrado, buscando una puerta callejera, una imagen o melodía que te identifique, un ruido que perturbe que me haga recordarte y olvidarte bien, sin sentir tu ausencia o tu esencia extenuante, tu furor galopante que define a esta inquietud como necesidad. Que aforismo!

Entre figuras a concernir redacto miradas de desechos logrando ver mis ojos sin espejo alguno, creyendo ser su propiedad, y hasta entonces descompongo mis deseos componiendo una mentira mal hablada, una metafórica sugestión mal expresada que decrece en mí. 
El ojo a esgrima creciente nace de mi propia mutación, sin que esté demás decir que te llevo a espaldas vacías en una imagen de pergamino.


Hubiera callado y dejado que la canción terminase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario