21.5.12

Ana y sus fabulas fugaces.



En su trinchera se desvestían sus palabras, Ana y la frase de un complemento, la etapa de un recuerdo, que tapa, atrapa y enceguece su órbita, reflejando el delirio de sus fases, transformaciones, connotaciones.

Esa es Ana, un cuento crudo de viceversas, una reñida figura inexistente que revive del olvido, que vive su encuentro bajo el manto de su silencio, una extensión excéntrica; Esa es Ana, el sinónimo de su tra(d)ición que desmerita su empatía, su ser de ‘poca cosa’, su falacia de antología.

Habrá una segunda parte que describa su incertidumbre, que refleje sus costumbres, las mismas que nacen de sus entredichos, su infusión unipersonal, su infracción complementaria, su noción descarada que la denomina como eterna aprendiz. Ana regenera su memoria, rememora sus palabras, sus consignas que mueren en su exclamación, su ayuda, su auxilio; Se había engendrado ya desfigurada, descendiente de la malta, heredera universal, señora del abismo, esposa inventiva, mujer selectiva. Se resumía Ana mientras se insumía deplorada en placer, proclamando eternos sus sueños incompletos, sus majestuosas obras que subsistían madrugadas, sus borradores perfeccionistas que manejaban sus guiones, describiendo sus efímeros misterios en un ‘para siempre’ interrogable.

 Ana respiraba y conspiraba su esencia embriagadora en un sinfín de incordia, embaucando en su sonrisa la savia de su desquicio, el éxtasis de su rebeldía, la usurpación de su bien; Así fue Ana, una omisión imprudente, un destello incoherente que ensanchaba su adversidad, su proeza estipulada, todo eso que no se puede callar; Ana desprecia(d)ba por/su entorno, redimía su ficción, agotada en adjetivos, en la incomprensión de sus acciones, en el museo de su inconsciencia que consentía sus aberraciones y no la dejaba expresar, oligofrenia, maquillaba sus lacrimas lagrimosas, tan absurdas/redundantes.

Y terminó siendo Ana una mirada insenescente de niña perdida que retorcía sus miedos en unción de vida y pavor a muerte, tan descriptiva e insuficiente, siendo el pretérito de sus ensueños, los sueños impresos de una depresión, visión conjugada en un canibalismo neurótico que enmendaba en sus gritos afónicos el reflejo de su infancia, aquellas ‘cosas’ que encaminaban su futuro que –ya- dejaría de ser. 

Entonces fue Ana la síntesis de un cuento a medias, el resumen de lo indecente, un pensamiento transparente, un interrogante incompleto, un silencio de aberración.

PD: Y continúo haciendo parte de sus sueños, siempre en entredichos, siempre omisible, invocando su presencia, ignorando su ausencia postergada, Ana, reliquia de mis fantasías, decencia prohibida, esencia cohibida, miedo y fruto de una verdad vertiginosa, censura conmensurada, imagen desarreglada, veracidad ofuscada; una antítesis perpetua.

1 comentario:

  1. Creo que es una descripción perfecta de alguna otra Ana, que no conoces..! Lindo escrito, seguí haciéndolo..

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