Esa brújula
sin norte, donde el oeste esconde el ocaso, el dialecto desdeña mis
conjugaciones, siempre siendo, nunca viendo; siempre viniendo, nunca riendo.
En compas de tu alérgica alegría, la innovación de mi bien retribuye con mi mal
y no me especifico en notas porque no soy todo eso, no suspiro mis deseos,
alejo mi ambiente remoto y perjudicial, me destiño en jeroglíficos, coloreo mis
acertijos soñando con mis bienes, puro reciclaje, todo se colapsa en mi haber,
todos corren sin juicio; hubiera pintado mi sombra, desmantelando mi opinión,
sofocando mi ocurrencia, tachando mi persuasión.
Dramaturgo esplendor que posa en su siesta, sentando a la deriva de mi
aposento, melodramático estruendo que incinera mi apariencia, que coge con
rebeldía al suelo destripado que araña mis sonrisas, decapitando mi esencia de
ser conforme, vulnerando mi cielo, mi lugar de ‘maravillas’, mis estampados
fragmentos cítricos, mi vasta concesión.
Atravesaré por mares infestados de odio, pondré la soga en el cuello por temor
a sentir la ira del momento, y hasta enfrentar a la muerte sería más fácil que
soportar los caprichos de Dios, agridulce sabor a ‘mi’.
Esa brújula sin norte tacha mi persuasión, alérgico siempre, innovando mi bien
escaso, viniendo de mis deseos, sofocando mi opinión.
Hubiera pintado mi sombra, sentado bajo el sol, sin esclarecer los artífices
artificios que aposenta mi concesión.
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