Al sostener
uno reprime ese consentimiento, entonces se regenera en ‘dichos y hechos’ que
rellenan todos los escritos, en un visible cuerpo de caricias profundas que
despierta el alma que posa en tu mirada, la que indaga el aire que absorbe mis
venas y reside en sueños que descuartizan la realidad.
Siendo uno nos hablamos de un lado, encantados, envueltos, destrozados en
tierra.
Vuelvo a entrelazar la vida que congela los recuerdos, que vive de momentos sin
pensar si eso existe; siendo o no siendo termina ocurriendo y nadie se
arrepiente del error cometido, inhalando el suero, conservando tus escritos nos
llenamos de títulos sin buscarnos una razón que nos revelen, que nos disponga
en acción de simple relevo que comprenda tu calma.
Fui el primero en despedir y el último en ir, en ir contigo.
Aun estas presente, seguís, como negando mi creencia a la eterna placidez, la
que nos obliga a acercarnos, la que nos empuja.
Si al nombrarte recuerdo un ‘lo que siento’ también recuerdo que fui la
inspiración a ello, y así fui callando mis dudas, lejos, creyendo que era
suficiente mantener mi cuerpo distante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario