A mis labios los dejo inmóvil así callo a mi boca sintiendo los latidos
como si fuese una bomba-reloj, a consecuencia voy descifrando lo estúpido
consiguiendo traducir mis lecciones, tantas opciones se acumulan; no puedo
entorpecer de vuelta mi fiel entorno por más ‘no’ saber que tenga o que decaiga
mi cuerpo tan débil e irrelevante, como se revela siempre en conflictos que
queman mis neuronas, mi cabeza no vive, mi mente no descansa, mis ojos se
cansan, rojos, drogados, ebrios, invisibles.
Si pudiera analizar o moderar ese concepto al entorno de mi figura tan
versátil, de mi eficacia en lastimar, de mi abstinencia hacia la vida, podría
conjugar todas mis nociones, vivir de mi naturaleza en extinción, salir de esa
cueva, callar al ‘eco’, esa voz que habla sin saber.
La vorágine de mi cuerpo predecible de mi persona común no justifica mis
acciones, nada más lo ejemplifica dejando todo en evidencia y así los detalles
quedan en claro, entonces no reacciono, -nada más- me mantengo como excusa.
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