Se esconde
entre sombras, sin identidad, como no definiendo su imagen, entre cuerpos no
tan humanos, pero todos saben que existe que estrecha las manos de padre
apaciguando el llanto, sin dejarnos ver en ojos de camaleón, entre risas de
hienas, frunciendo el seño de león.
Entre cuerpos de animales se desliga del tiempo avasallando complejos sin
tendencias, golpeando el pecho sin que nadie arrastre el residuo de su
consciencia, viendo que lo lejos se acerca, que el tamaño se generaliza, que la
prisa deviene en cuarteles de crestas.
Nos dejaran aterrorizar ajenas somnolencias que des-respiran ataúdes, que
manipulan gestaciones en colirio de ceguera constante, entre lapsos que
des-entregan los lazos al que enfurece esta lanza en corazón de guerrero.
He de comprender que todos asumimos el rol entre exquisitos relieves que
apodera a esta obra en maldita unción ajena, en abrazos que acaloran, que
queman los brazos y parte en pedazos el alma de niño.
He de comprender que no admiro a mi sombra, que no veo sus ojos, que no
obstruyo en su sonrisa de piel lavada en tinte, en predicción que desalienta al
contribuyente, en acción que menoscaba el entorno, que retribuye espacios, que
acomoda el feto, entona el himno, despacio, lento, sin ambiente, sin
contribuyente, sin ir, sin venir, sin hablar.
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