9.6.12

Tu mejor ausencia.


Es la que olvido de recordar, la que ‘redunda’ en mis raíces y dispersa tu suave esencia; la que hoy no está, la que hoy no desea escapar, la que hoy no insulta, la que hoy no dice ser siempre.

Estallarán gritos enfermos, los mismos que declaran ajenos sus deseos, su añoranza que envenena, su ‘vicio’ meticuloso, todo con un cierto propósito, vigente a su distancia, escanciada, estancada, tan ‘nada’ que reprime sus medidas y nunca se reproduce, olvidando sus principios, ocultando sus andanzas, nace de una vieja esperanza que danza y encanta para luego aniquilar.

Y serás siempre la sombra de tus promesas, y el ventrílocuo que acompañe cantará tus míseras miserias, haciendo misa a tus virtudes, las que promulgas comulgar, razones que viven en tu boca regurgitando misterios en sinfín de palabras cruzadas; todo en contratiempo.

Así me expido al despedirme, sin –ya- ofuscar tu luz, tu optima ilusión óptica, tu añoranza dispersa, la que olvido de recordar que vive en tus enmiendas y ríe al matar. Así se declara ‘vivo’ el que carece de insomnio y miente arrepentido, permutando sus incógnitas;  de nada sirve ser el ‘hoy’ si no existe un mañana.

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