3.6.12

El que viene y desaparece.


Se esconde entre sombras, sin identidad, como no definiendo su imagen, entre cuerpos no tan humanos, pero todos saben que existe que estrecha las manos de padre apaciguando el llanto, sin dejarnos ver en ojos de camaleón, entre risas de hienas, frunciendo el seño de león.


Entre cuerpos de animales se desliga del tiempo avasallando complejos sin tendencias, golpeando el pecho sin que nadie arrastre el residuo de su consciencia, viendo que lo lejos se acerca, que el tamaño se generaliza, que la prisa deviene en cuarteles de crestas.

Nos dejaran aterrorizar ajenas somnolencias que des-respiran ataúdes, que manipulan gestaciones en colirio de ceguera constante, entre lapsos que des-entregan los lazos al que enfurece esta lanza en corazón de guerrero.

He de comprender que todos asumimos el rol entre exquisitos relieves que apodera a esta obra en maldita unción ajena, en abrazos que acaloran, que queman los brazos y parte en pedazos el alma de niño.

He de comprender que no admiro a mi sombra, que no veo sus ojos, que no obstruyo en su sonrisa de piel lavada en tinte, en predicción que desalienta al contribuyente, en acción que menoscaba el entorno, que retribuye espacios, que acomoda el feto, entona el himno, despacio, lento, sin ambiente, sin contribuyente, sin ir, sin venir, sin hablar.

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