6.6.12

Opté por sondar mi sondeo.




El residuo de una caricia mal hecha, del verso desparramado, está mal formado, mal interpretado; el residuo de una deficiente consternación, de una apareable virtud soluble con sabores deshumanos saborea al aire desprolijo, malgastando los siglos de rezo, los años de creencia, los moldes de figuras suscitadas.

 Titubea el estricto malestar ahumado, el concernible extracto de rienda, la mareante nostalgia aguada, el reciproco lapso de una destitución vergonzosa, abrumadora.

Estrecho de inoxidable añoranza, la canción de botas blancas de discernidas des-costumbres, subtítulos mal titulados; enojos y confrontaciones de niño saborean la tierra al por mayor con menores riesgos de acción benéfica.

Opté por desfigurar mi presencia por temor a reencarnar en ella, la avaricia des-confunde al ocaso, el loco siervo de piñeda de abajo con automotrices de cera, un resumen de malas ideas, un cardumen de notas reconfiguradas, un pentagrama con ociosas imágenes poríferas, con deciduos de residuo, figuras repletas de senescencia con ordenes dialecticos de pura envergadura.

El ascender del firmamento parpadea en tu sonrisa con detalles translucidos en diseños anatómicos, tan polivalente, versátil, influyente. Envuelve el sonido de las hojas pintadas, del árbol con frutos inmaduros, crecientes, nacientes, vivientes. Monopolio, sigue siendo el mismo, el estigma de los ojos a media vista que deviene se acerca y nunca desaparece, que sostiene lleva y nunca contiene. El movimiento sensato es el ágil señor de la tierra roja, de la ropa desvestida, de la inquietante molécula molecular. El vuelo a media altura entretiene la acción ciega del que observa el hito de manera referente, redundancia ajena, tuya mía, más tuya, vuestra, vecinas enemigas.

Dos, van sin rumbo los atajos, despilfarros entierros de dos sombras sin cuerpo, vagabundos de por vida, de vida sin muerte, sin juicio, sin nominación.

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