2.9.12

Tu estancia animal.


Por un cuerpo y una distancia, por un tiempo y una razón, siempre siendo una expresión, todo eso que canso de decir.

Te había visto inquieta, despistada, desteñida por la luna, desdiciendo tu silencio y nuestra suma calma; tan sana y descompuesta, recopilada, un tanto absurda que nunca (re)conocí. Me habías visto sin juicio, proclamando mi esclavitud hacia tu cuerpo desecho buscando en tu ataúd un recuerdo insatisfecho o nuestra marca intocable, tu querer discontinuo, mi recesión imponderable, contemples imborrables. Para un noble vocablo que naufraga en nuestros cuerpos, en nuestra ambición prohibida, callada y tímida, intercalada.

Te quiero incomprensible e histérica y que grites tus dudas y tus porque, destapada entre mis brazos te busco entre mis manos y tu olor me persigue sin dejar rastros de mí. Para este lazo indecible para un abrazo impronunciable, un suspiro indeleble y tu sabor inconmutable; tanta lucha incansable, tanto miedo retorcido, tanto andar escondido de tanto pensar sin sentido; tanta dirección aferrada entre tu cuerpo y tu distancia, tu estancia animal, tu fiel vagancia, tu infidelidad.

Es que tu sombra reencarnaba en todo eso que fue, en lo que vi y desconocí.

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