12.8.12

Días que dejan de ser.


La comprensión sin resultado nos desanima esta vez, donde lo que vimos no es y lo que vivimos parece, tan idéntico en su forma, en aspectos, en similitudes esporádicas.

Son días en los cuales saboreamos lo imposible sin que nos dejen ver que sobra del mismo, el mismo modo en el cual nos expresamos queriendo transmitir esa ira -y no tanto una ira, sería más bien un sentimiento de disgusto- que nos han de brindar en copas de cristal el veneno que digerimos a diario, los que escupimos el resultado, lo que nos complace de manera vulgar, la intolerancia misma.

Podríamos comprender que ser esclavos del mundo nos delimita en reglas que jamás fueron escritas, en cuentos sin ojos, sin oídos; nos dejaran ser libres a través de engaños que giran en torno al consentimiento, sin emplazamiento propio, haciendo parte de un punto.

La austeridad en régimen, en extinción que aplaca la benevolencia en versos que desnudan, los que escarban la memoria sin pasado, los días de ascetismo; los que no dejan ser, lo que nos deja ser.

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