Vos, melo(dia/celo)sa, con todo lo que redacta, impregna, retrata, se normaliza, tu voz, tu luz, tu color.
Todo se implica, se enmaraña, se destruye, se incorpora, el mal, tu sal; bien desecho, incorrecto, porque no se entiende y nos dificulta, porque vive y es real, se recata, es noble, soluble, desvanecente, ardiente, incompetente.
Se estropean las ideas, los ‘repentes’ contraproducentes, las connotaciones vagas, la incertidumbre, tu exiguo autocontrol; ¿quién decide en nuestras vidas? ¿nos dejamos esconder por un error? ¿nos soplamos cuando el viento no nos transforma? Y continuamos creando todo, continúanos creyendo en todo cuando una opinión nos llena de problemas, cuando sabemos que sólo esta vida nos complica, que esos instantes no ven los resultados, y así nos quedamos, maniatados, sobornados, aprisionados, envenenados.
El estigma de tu silencio, la reflexión de la paz edifica tu armonía, con lo que me hace sentir libre y me ata a vos; otra vez pidiendo compasión, fingiendo con pasión, entre las decoraciones que condecoran mis raíces, súbitos imprevistos; como vos, generosa, venenosa, intravenosa.
Para acortar distancia y acotar tus llamadas virtudes, porque me exclamo, te empujo y te llevo a lo lejos, te difundo, te entierro y vuelvo a escarbar, para que seas mi soledad.
Todo se implica y se entorpece, incertidumbre que destruye, problemas que replican, reflexiones contraproducentes, vientos de ‘repentes’, connotaciones exiguas, resultados que destruyen, imprevistos que estropean, compasiones mentirosas, opiniones que deciden, transformaciones que envenenan.
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